domingo, junio 05, 2005

¿Madurando?

Hola de nuevo. Pues este es mi segundo post. "¡Cómo!" Ustedes se preguntarán, "pero si Jaime es un adicto a las computadoras". Lo sé. Lo que pasa es que ahora que ya le estoy entrando bien a esto de mi tesis pues la verdad no me queda mucho tiempo libre para esto de las compus. Y también porque mi hermano ha estado muy ocupado haciendo sus tareas y monopolizando la compu todas las noches. La parte buena es que ya estoy de nuevo por acá (esperemos que sea más seguido).

Hoy les voy a platicar algo acerca de mi "crecimiento" o "madurez". Resulta que como hijo primogénito no tuve una imagen a seguir durante mi desarrollo en la infancia, así que supongo, lo hice lo mejor que pude. Crecí siendo un niño introvertido, tímido (de hecho todavía lo soy). Hijo de maestros. La mayoría de las veces el más pequeño de edad (y de estatura) en todo el salón. Catalogado como "el cerebrito del grupo". Aunque no tengo recuerdos claros de mi infancia, me parece que siempre tuve compañeros con quien jugar. No precisamente amigos, porque siempre viví lejos de la escuela (o de mis compañeros). Además, tuve la desgracia o fortuna de tenr más amigas que amigos; así que siempre me encontraba rodeado de mujeres. Por lo mismo, creo que me volví más callado. Las mujeres no platican sus cosas con hombres, aunque sean sus amigos. Creo que prefieren platicarlo con una mujer, supongo que se entenderán mejor. En fin, cuando estaba con ellas, pues únicamente me dedicaba a escuchar. Para acabarla de amolar, mis amigas siempre han sido como estudiosas, no de las reventadas. Así que llegué a la Universidad sin amigos verdaderos, sin haber probado una gota de alcohol, sin ir a ver un partido de futbol a un estadio y con una mínima experiencia amorosa. Todo un nerd.

Ahora que ya terminé la universidad me doy cuenta que sigo estando en las mismas. sigo siendo un completo aburrido. Cuando voy a las fiestas no bailo, me da pena que me vean bailar y se burlen de mi. Todavía me cuesta muchísimo trabajo entablar una conversación con alguien. No tengo amigos que me inviten a salir. Y lo peor de todo, sigo sin tener a alguien con quien caminar por la vida (entiéndase novia).

Sí, mi caso es triste. Sin embargo creo que ha habido unas muy pequeñas mejorías. Voy a conciertos (gracias a mi hermano). Ya soy un ebrio descente. Puedo bailar un poco si me lo piden. Fui a ver a los pumas al estadio dos veces (que por cierto perdieron en las dos ocasiones). Ya tuve mi primera visita a un table dance.

Después de tanto rollo, ya no sé cómo conluir esta reflexión, pero lo que sí puedo decirles es que ahora estoy aprendiendo a disfrutar realmente los momentos que comparto con los demás.

Hasta pronto. Nos estamos escribiendo.

J-Mi.

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